Richard Gere apoyando al Tibet

Mi viaje a Europa coincidió con unos momentos de intensos debates acerca de la represión y los derechos humanos en Asia en la actualidad, acerca del embargo armamentístico de la Unión Europea (UE) a China, que es de capital importancia para el futuro de los acuerdos de la UE con quienes ostentan el poder en Pekín, y acerca del futuro del Tibet. Todo ello es de capital importancia asimismo para Asia y su delicado equilibrio de poder.

Permitir que China compre las armas y la tecnología más modernas de fabricación europea, que pueden ser utilizadas tanto en conflictos fuera de sus fronteras como en la eliminación del malestar dentro de ellas, como sería por ejemplo el caso de equipos de vigilancia, daría lugar a consecuencias calamitosas en Asia y también mucho más allá de este continente. Algo así no sería bueno para la India, ni para Pakistán, ni para Taiwan, y no es bueno en absoluto para Japón, nuestro aliado en Asia, que es la razón por la que yo apoyo la actitud del señor Koizumi de instar a la UE a que no levante el embargo.

La causa del Tibet se encuentra en estos momentos en una coyuntura crítica. Después de decenios de total estancamiento diplomático, en el que por ambas partes se echaron a perder numerosas oportunidades, en 2002 se reanudaron las conversaciones entre Pekín y el enviado especial del Dalai Lama, Lodi Gyari. El señor Gyari describió la última tanda de conversaciones, celebradas en 2004, como el intercambio más serio de puntos de vista mantenido hasta la fecha.No es probable que hubieran tenido lugar estas conversaciones de no haber mediado una preocupación internacional por la situación del Tibet y un fuerte apoyo al Dalai Lama, que tiene asegurado un lugar en los anales de nuestra época como emisario de la paz, de la renuncia a la violencia y de la fraternidad universal.


Este es un día nuevo para el pueblo chino y para el Gobierno chino. Para decirlo con absoluta claridad, todo lo que se exige es un diálogo sincero. Son posibles el éxito y la satisfacción, tanto para el Gobierno chino como para el pueblo tibetano. Un acuerdo que el pueblo tibetano pueda considerar justo no tiene por qué tener coste alguno para el Gobierno chino; de hecho, reforzaría su posición, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

Como ha manifestado reiteradamente el Dalai Lama a lo largo de décadas y hasta el día de hoy, la cuestión no es la independencia tibetana de China sino más bien una autonomía tibetana auténtica en el seno de una estructura más amplia de una China soberana pero generosa. No tiene por qué haber contradicción de propósitos o de objetivos. No se trata de algo poco razonable o imposible de conseguir. Ciertamente, se le viene a uno a las mientes el modelo de Hong Kong.

Ahora más que nunca es preciso que Pekín note una presión internacional que garantice que continúen las conversaciones y que esas conversaciones tengan sentido. El medio de presión más importante al alcance de Europa es, sin duda alguna, el embargo de armas impuesto a China a consecuencia de las manifestaciones de la plaza de Tiananmen en 1989. Dieciséis años después, China todavía no ha abordado la cuestión de las violaciones de los derechos humanos que condujeron al embargo y, de hecho, muchos de los participantes en las manifestaciones de 1989 siguen languideciendo en la cárcel. En el propio Tibet se mantienen en vigor limitaciones rigurosas a las libertades de expresión, asociación y religión. Unos hechos como éstos no deberían premiarse con la adquisición de armamento.

El código de conducta de la Unión Europea respecto de las ventas de armas incluye el requisito de respeto a los derechos humanos en la concesión de licencias de exportación de armas, pero en estos momentos está en estudio poner término al embargo a China.¿Cuál es la razón de que China necesite nuevas armas?

Recientemente China ha puesto en vigor una ley antiseparatista que la inviste de autoridad para atacar a Taiwan en el supuesto de que la isla de nuevos pasos hacia la autodeterminación. El momento mismo de entrada en vigor de esta ley encierra una lección para la Unión Europea. Tal cosa era impensable hasta ahora porque China carecía de la capacidad de organizar una invasión que salvara las 100 millas [160 kilómetros, aproximadamente] del Estrecho de Taiwan. Sin embargo, Pekín ha invertido miles de millones de dólares en la compra de submarinos, destructores y otras armas de fabricación rusa. Así pues, levantar el embargo podría acelerar el frenesí comprador de Pekín y quizás impulsaría una agresión china a mayor escala.

Continuar con el embargo permite seguir gozando de una fuerte influencia en el favorecimiento de los avances hacia una resolución de la situación del Tibet y hacia un mantenimiento de la estabilidad en otros lugares. Además, la clave para la autodeterminación del Tibet descansa en la transformación de China. Para ayudar al Tibet, es preciso que tomemos buena nota de los cambios que se están sucediendo en China en la actualidad, de su complejidad y de su influencia cada vez mayores en el escenario mundial y de la voluntad de progreso del pueblo chino. Debemos tener muy presentes las aspiraciones de grandeza de China y nuestra responsabilidad para con China en cuanto que ciudadanos del mundo libre.

Se han puesto las bases para el diálogo entre chinos y tibetanos; la generación actual de dirigentes chinos está ansiosa por reforzar las relaciones de China con socios europeos y asiáticos. Es necesario que los gobiernos de todo el mundo encarezcan enérgicamente a China que abra ya un debate con el Dalai Lama sobre temas de calado en torno al Tibet. Determinados gobiernos europeos y asiáticos pueden desempeñar un papel de primordial importancia en la conservación de la identidad y la cultura tibetanas y, de paso, hacer honor a los denodados esfuerzos de aquellos que buscan una solución no violenta a la cuestión del Tibet.

Desde su fundación en 1988, la Campaña Internacional en favor del Tibet se ha volcado en encontrar una solución pacífica a la prolongada ocupación del Tibet mediante negociaciones entre los dirigentes de China y el Dalai Lama, distinguido en 1989 con el Premio Nobel de la Paz. En sus esfuerzos, la Campaña ha buscado y obtenido el apoyo de diferentes gobiernos de todo el mundo. Algunos estados de la Unión Europea han desempeñado un papel de enorme valía para propiciar una solución muy necesaria mediante el cultivo del conocimiento de la cuestión tibetana y reuniones con el Dalai Lama.

En estos momentos, los ciudadanos de Europa, que con su resistencia a la injusticia honran a sus antepasados, tienen a su alcance seguir siendo dignos de ese legado con sólo ayudar al Dalai Lama a oponerse a que el Tibet esté determinado en el futuro exclusivamente por los intereses de Pekín. Ahora bien, no hay que confundirse, lo que está en juego aquí es la supervivencia misma de la cultura tibetana y del propio pueblo tibetano.

Nosotros, los ciudadanos del mundo, hemos demostrado que tenemos influencia. La opinión pública mundial tiene un peso. Ha llegado la hora de que la comunidad internacional plante cara y se decante por el apoyo al Tibet. Eso es lo que hay que hacer, y también en aras del mejor interés de toda Asia.

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