James Bond consigue que el BMW Z3 se dispare en ventas

Las estrategias de BMW y Oldsmobile han sentado precedente. Si hubiera que resumirlas en una frase ésta sería: «cómo vender coches usando el cine como soporte». Hasta ahora los actores de Hollywood tenían ojos, nariz y boca. Unos más agraciados que otros, pero todos con sus rasgos marcados.

Dos de los últimos grandes lanzamientos de esta gigantesca fábrica han visto nacer a una nueva estrella: el producto. Puede adquirir muy diferentes formas, tamaños y precios, pero en los dos casos es un vehículo. ¿Y qué mejor vehículo para vender automóviles que las películas que arrasan en taquilla?

La aparición del nuevo BMW Z3 en pantalla, conducido por James Bond -Pierce Brosnan-, y el Oldsmobile Silhoutte como centro de varias conversaciones de John Travolta en la película Get Shorty, no es casual. «El empleo del coche en la película», declaró a Richard Brooks, portavoz de BMW en EEUU, «forma parte de una operación muy estudiada en la que se buscó una forma de dar confianza al público de este país en nuestro nuevo modelo». También coincide con la puesta en marcha de una nueva planta de BMW en EEUU.

Los anuncios de televisión muestran una escena que se desarrolla en la Cámara de los Lores británica, donde éstos enjuician severamente al popular 007 por abandonar al Aston Martin que le acompañó siempre. Esta imagen se mezcla con la del propio Bond al volante de su nueva adquisición. Desde que esta maquinaria fue puesta en marcha hace tres meses, BMW ha colocado en el mercado una media de quinientas unidades a la semana. Por el momento, sus compradores no pueden conducir el nuevo modelo. Este no pisará las calles hasta febrero. Su precio ronda los cuatro millones de pesetas, dependiendo del equipamiento.


«BMW y Oldsmobile han abierto un nuevo camino», afirmó Tony Hoffman, vicepresidente de New Line Cinema, una empresa dedicada a la búsqueda de espacios en la pantalla donde colocar productos. «Ambos tienen un papel muy destacado en los filmes en los que aparecen. Esta es una nueva vía para abrir mercados sobre todo para compañías extranjeras o las americanas con problemas económicos que tratan de salir de la crisis. Y es también para las productoras una forma nueva de obtener ingresos extras».

Las cifras que mueve el negocio no se conocen. «Existe un pacto de silencio que impide conocer hasta dónde llegan los ceros en dólares. Muchas veces ni siquiera hay dinero por medio. Se trata simplemente de obtener los artículos necesarios para una película, sin tener que pagar por ellos», añadió Hoffman.

El Cadillac fue siempre el coche de John Travolta. Fiebre del sábado noche o Grease no hubieran sido lo mismo de no haber tenido a mano uno de los vehículos cuyo nombre ha sido pronunciado en mayor número de películas y canciones. Pero en Get Shorty la primera cinta después de su renacimiento en Pulp Fiction, Travolta cambia de marcha y se sube al Oldsmobile Silhoutte. No lo hace a gusto. La primera vez que aparece su nuevo compañero de reparto, Travolta no puede menos que mostrar su indignación. La escena transcurre bajo la lluvia en el aparcamiento de una compañía de alquiler de coches del aeropuerto de Los Angeles. Cuando pregunta irritado, la empleada le contesta: «es el Cadillac de las minivan».

Es pronto para predecir si el nuevo amigo de Travolta ayudará a levantar la maltrecha industria del motor norteamericana. Pero en cualquier caso, lo que no escucharemos de boca de productor, director u actor alguno será una sola frase que reconozca la utilización del séptimo arte por parte de la industria. Negarlo todo forma parte del juego. «Nos pidieron cinco minivans, y se las dimos», aseguró un portavoz de Oldsmobile desde Detroit.

«No podemos dar una cifra sobre lo que ha representado el estreno de la película en nuestra recuperación», declaró a August Buenz, miembro de la oficina de relaciones externas de la compañía. «El estreno ha coincidido con nuestra campaña que trata de generar confianza en un producto hecho aquí, por gente de aquí. Es pronto para dar cifras. Pero ciertamente el éxito de la película nos está ayudando».

Un Jack Daniel's

Corría el año de 1945, cuando Jack Daniel's, amigo de tantos paladares e hígados, dio a luz lo que en pocos años se convirtió en una fuente de ingresos para el mundo del cine. Medio siglo después los resultados están claros. Analicemos los últimos lanzamientos de Hollywood. Meryl Streep da sorbos de una botella de Seven Up en Los puentes de Madison. El elefante volador de Operación Dumbo Drop toma una barra de Nestlé Crunch. Kevin Bacon saborea una Budweiser antes de tratar de conquistar la luna en Apolo XIII. En Waterworld las motos acuáticas Kawasaki maniobran espectacularmente. Las gafas de sol son una marca imborrable de la imagen de Tom Cruise y Donuts hace la vida más dulce a Cindy Crawford. Como todo negocio que funciona, éste también tiene sus reglas. No colocar productos en aquellas películas que se desarrollen en mundos imaginarios, ni ubicar el artículo en cuestión en una situación negativa.

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